Desde nuestro punto de vista y citando a María Ángeles Sarget Ros (2003), “La experiencia sensorial que proporciona la música, enriquece la vida del niño y le otorga equilibrio emocional, psicofisiológico y social. Por el contrario, la falta de estímulos sensoriales impiden el desarrollo de la inteligencia y ocasiona perturbaciones en la conducta psíquica y biológica”. Esto se debe a la estrecha relación que existe entre las características auditivo sensoriales de la música y las distintas partes del cerebro (Lacárcel, 1990): la audición rítmica (sensorial) se localiza a nivel bulbar, donde se emiten las acciones motrices; la audición melódica (afectiva) se encuentra a nivel diencefálico, lugar del que proceden las emociones y sentimientos y la audición armónica parte del nivel cortical del cerebro y necesita de una actividad intelectual más intensa y posterior en el tiempo, es decir, las experiencias en edades tempranas serán con el tiempo esquemas racionales del adulto.
“Todo esto hace que sea imprescindible que la música rodee al niño cuanto antes pues, cuanto más temprana sea la estimulación, mejor se satisfarán las necesidades primarias de descubrir y crear sonidos, ritmos y movimientos” (Sarget Ros, 2003).
Por otra parte y con el fin de fundamentar la importancia de la música en edad temprana, en el II Congreso de la UNESCO de la Pedagogía Musical en 1958, se establecieron una serie de bases en relación a la educación musical en la escuela (Sarget Ros, 2003):
1. “El canto es un medio excelente para el desarrollo de la capacidad lingüística del niño en sus vertientes: comprensiva y expresiva”.
2. “La práctica instrumental crea lazos afectivos y de cooperación que potencian la integración en el grupo”.
3. “La actividad rítmica vivida a través de estímulos sonoros favorece el desarrollo fonológico y motriz, así como la memoria musical”.
4. “La educación musical, al desestimar la tensión y seriedad, actúa como relajamiento para el niño”.
5. “La educación musical contribuye al desarrollo de la estética y el buen gusto”.
Por último, la música también posee un valor terapéutico ya que favorece a los niños y niñas con deficiencias tanto físicas como psíquicas (Sarget Ros, 2003). Observamos los siguientes beneficios: perfeccionamiento del lenguaje, control de la respiración, de la voz y el fraseo, coordinación del pensamiento y la palabra, ampliación del vocabulario, desarrollo de la locución verbal y expresión oral, discriminación auditiva, sensibilización ante razas, culturas…, potencia la atención, retención y memoria, despierta emociones y sentimientos, refuerza la autoestima y la integración, potencia el conocimiento de sí mismo y del espacio, desarrolla la imaginación, creatividad, etc.
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Además son muchos los beneficios que aporta la música a los niños y niñas, algunos de ellos los podemos ver en el siguiente vídeo:
Además son muchos los beneficios que aporta la música a los niños y niñas, algunos de ellos los podemos ver en el siguiente vídeo:
Editado por: Nerea Sánchez
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