De esta forma, dan lugar al dominio de todas las partes de nuestro cuerpo, manifestándose de dos maneras:
La motricidad gruesa, que es la capacidad de controlar nuestro propio cuerpo para realizar actividades como caminar, correr, girar, saltar, etc.
Y la motricidad fina, es el conjunto de actividades que realizamos con las manos, para las cuales debemos contar con control óculo-manual, como por ejemplo: pintar, recortar, coser, entre otras.
La psicomotricidad ayuda
a los niños/as y bebés a dominar de una forma sana su movimiento corporal, mejorando
su relación y comunicación con el entorno que les rodea. Asimismo, la
psicomotricidad se encuentra relacionada con la música y el ritmo, pues la
realización de ejercicios corporales con música permiten al niño explorar e investigar,
enfrentarse a sus propias limitaciones, conocer y oponerse
a sus miedos, proyectar sus fantasías, desarrollar la iniciativa, asumir
roles, disfrutar del juego en grupo y expresarse con libertad. Con actividades
de este tipo, los niños no solo se divierten sino que además, con ayuda de la música desarrollan y
perfeccionan todas sus habilidades motrices básicas y específicas, favoreciendo la socialización con sus iguales, la
creatividad, la concentración y la relajación.
Editado por: Lucía Guerrero Reyes
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